Historia

Endodoncia UMG Historia Información Procedimiento Post-Operatorios Fotos  Articulos

 
A fines del siglo XIX y principios del siglo XX, la endodoncia se denominaba terapia de los conductos radiculares o patodoncia. El Dr. Harry B. Johnston, de Atlanta, Georgia, era bien conocido como profesor y clínico de la terapia de conductos radiculares por sus conferencias y demostraciones. Fue el primer profesional que limitó su ejercicio a la endodoncia y acuñó el término endodoncia, del griego endo, dentro y odontos, diente: proceso de trabajo dentro del diente.
En 1943, un grupo de profesionales se reunió en Chicago, formaron la organización American Association of Endodontists. La American Dental Association reconoció a la endodoncia como especialidad en 1963
 
ÉPOCA DEL EMPIRISMO (Siglo 1-1910)
La endodoncia ya fue practicada desde el siglo 1, cuando Arquígenes describe por primera vez un tratamiento para la pulpitis: extirpación de la pulpa para conservar el diente.
Entre los árabes, Serapión en el siglo X colocaba opio en la cavidad de caries para combatir el dolor. En el siglo XI, Albucasis recomendaba para las afecciones dentarias el uso del cauterio que era introducido a la cavidad bucal a través de un tubo protector de los tejidos blandos. 
El dolor era considerado un castigo divino lo que justificaba remedios extraordinarios para las distintas afecciones dentarias como ratas, patas de insectos, purgantes etc., con el fin de fortificar al paciente y expulsar el demonio del mal.
Este estado de superstición, trajo como consecuencia lógica la creencia en el poder de los santos para aliviar y curar las afecciones. Entre los santos a los que se imploraba, destaca Santa Apolonia. 
En 1514, Vesalius evidenciaba por primera vez la presencia de una cavidad en el interior de un diente extraído. Eustaquio, el primero en diferenciar el cemento, señaló las diferencias entre los dientes permanentes y temporales. 
Leeuwenhoek construyo el primer microscopio y estudió la estructura dentaria haciendo en 1678 una descripción exacta de los conductillos dentinarios, señalando también la presencia de microorganismos en los conductos radiculares.
Ambroise Paré, el más célebre cirujano del siglo XVI, aconseja el uso del aceite de clavo y ofrece algunas indicaciones para el diagnóstico diferencial entre la pulpitis y la periodontitis.
En el siglo XVIII, Fauchard "fundador de la odontología moderna" recolecta todos los datos que existían en aquella época y los publica en dos volúmenes: Le chirugien dentiste o Traité des dents (1728). Este autor recomendaba para las cavidades de caries profundas con dolor, curaciones con mechas de algodón embebidas en aceite de clavo o eugenol. En los casos de abscesos indicaba, la introducción de una sonda en el conducto radicular para el drenaje del proceso purulento y empleaba para la obturación de los conductos el plomo en lámina. 
Bourdet, en 1757, dentista de Luis XV de Francia, empleaba el oro laminado para rellenar la cavidad pulpar, y Edward Hudson, un cirujano dentista de Filadelfia, introdujo esta técnica en los Estados Unidos en 1809.
Spooner en 1836, preconizaba el arsénico para la desvitalización de la pulpa.
Horace Wells en 1844, descubre la propiedad anestésica del protóxido de azoe (óxido nitroso) sometiéndose a una extracción dental sin dolor. 
Maynard, en 1838, fabrica el primer instrumento endodóncico, partiendo de una cuerda de reloj.
Barnum, en 1864, emplea por primera vez el dique de hule y Delous Palmer en 1882, presenta un conjunto de grapas metálicas para todos los dientes.
Bowman en 1867, emplea por primera vez los conos de gutapercha para la obturación de los conductos radiculares. En ese mismo año Magitot sugiere el uso de una corriente eléctrica para la prueba de la vitalidad de la pulpa.
Adolfo Witzel, en 1876, inicia el método de la pulpotomía empleando el fenol sobre la pulpa remanente. 
En 1890, surge un nuevo concepto dado que en ese año Miller evidencia la presencia de bacterias en el conducto radicular y su importancia en la etiología de las afecciones pulpares y periapicales, iniciándose dentro de la primera época de la historia de la endodoncia, la era germicida.
Walkhoff en 1891, propone el empleo del p-monoclorofenol y a partir de allí, comenzaron a usarse los más poderosos medicamentos, como también los más irritantes, iniciándose el período de las interminables sesiones de curación de larga duración.
En 1892, Schreier indica una mezcla de sodio y potasio como auxiliar en el ensanchamiento y la limpieza de los conductos radiculares. Con el mismo propósito Callahan recomendaba el ácido sulfúrico al 30% en 1894. 
En 1898 adquiere gran popularidad la pasta Trío a base de formaldehído recomendada por Gysi.
Onderdonk en 1901, recomienda el examen bacteriológico del conducto radicular antes de su obturación.
En 1904, Buckley introduce el tricresol formol o formocresol como control químico de los productos gaseosos de descomposición pulpar y como desinfectante eficaz para el tratamiento de los dientes despulpados.
En esta época, el resultado del tratamiento era juzgado solamente por la presencia o ausencia de dolor, inflamación o fístula, hasta que tuvimos la primera revolución en la historia de la endodoncia, con el descubrimiento de los rayos X por Roetgen en 1895 y empleados por Kells en 1899, solamente cuatro años después de su descubrimiento, Cirujano Dentista de Nueva Orleans, fue el primero en utilizar los rayos X para verificar si el conducto radicular había sido bien obturado. Sus radiografías eran obtenidas con un tiempo de 5 a 10 minutos de exposición y necesitaban de media a una hora para ser reveladas. Murió en 1928 de cáncer, provocado por sus precoces experimentaciones con rayos X.
Este medio de diagnóstico, aún poco difundido, evidenció una alteración patológica hasta entonces desconocida, como eran las lesiones periapicales. De este modo, hasta esa época, los malos resultados de los tratamientos endodónticos no habían sido criticados, y en 1910 un médico inglés William Hunter critica violentamente la mala odontología que se practicaba, diciendo que ella era responsable de los focos de infección o "sepsis bucal" como la llamaba este autor. 
Con estas críticas, se iniciaba la segunda época en la historia de la endodoncia:
 
ÉPOCA DE LA INFECCIÓN FOCAL Y LOCALIZACIÓN ELECTIVA (1910-1928)
Billings en 1921, afirmaba que el diente despulpado era un foco de infección y responsable de afecciones sistémicas puesto que aisló estreptococos y estafilococos del conducto radicular, acentuando así la idea de que la incidencia de la "sepsis bucal" de Hunter era un mal universal. Su libro Focal infection se convirtió en un clásico.
Rosenow también en los Estados Unidos en 1922, exageraba aun más aquellas críticas lanzando la teoría de la localización electiva. Desvitalizó la pulpa en perros, provocando una infección artificial. Las bacterias de este foco de infección artificial ganaban el torrente circulatorio a través de una bacteremia, se fijaban en un órgano de selección y de menor resistencia y producían allí una alteración patológica.
Estos autores provocaron un verdadero impacto en la época, inaugurando una fase negra en la endodoncia, o como dice Shad, "implantaron el reino del terror para el diente despulpado". Los médicos cuando no encontraban una causa para algunas dolencias, ordenaban extracciones en masa, tanto de los dientes despulpados, de aquellos sometidos al tratamiento endodóncico, como también de los dientes con vitalidad pulpar. En este período el diente despulpado pasó a ser denominado "diente muerto" no solo entre los legos, sino también entre médicos y dentistas.
Estos hechos determinaron una escisión entre los endodoncistas distinguiéndose tres grupos:
a. Los radicales. Un dentista inglés exhibió, durante la realización de un congreso, cuarenta niños, cuyos dientes habían sido extraídos como medida profiláctica de la "sepsis bucal" de Hunter
b. Los conservadores. Seguían realizando el tratamiento endodóncico procurando usar los más poderosos e irritantes medicamentos que además de destruir a los microorganismos, destruían también a las células vivas
c. Los investigadores. Coolidge en 1932 entre otros, mostró la necesidad de un mayor respeto por los tejidos periapicales, de acuerdo con principios biológicos surgiendo la Era Biológica dentro de la segunda época de la historia de la endodoncia.
Es en plena Era Biológica que Walkhoff sustituía el p-monoclorofenol por el p-monoclorofenol alcanforado y en 1929 Coolidge resaltaba las propiedades irritantes del eugenol. Herman en 1920, introducía el hidróxido de calcio en la endodoncia.
 
ÉPOCA DEL RESURGIMIENTO ENDODÓNCICO (1928-1936)
Investigadores tales como Callahan, Grove, Coolidge, Fish y McLean, Okell y Elliot, Burchet y Burn, a través de pruebas radiográficas, bacteriológicas e histopatológicas, trataban de combatir los ideales de los radicales. 
Las pruebas radiográficas comprobaron:
1. La mala endodoncia que se practicaba en la época.
2. Que era imposible realizar un tratamiento endodóncico sin el empleo de rayos X
3. Que las lesiones periapicales desaparecían después de un tratamiento endodóncico bien orientado y realizado.
Las pruebas bacteriológicas comprobaron la presencia de bacterias y consiguientemente de la infección en la región periapical de los dientes despulpados.
Las pruebas histológicas raramente encontraron microorganismos, aun en el caso de lesiones periapicales, aunque encontraron, eso sí, señales de inflamación.
 
ÉPOCA DE LA CONCRECIÓN (AFIRMACIÓN) DE LA ENDODONCIA (1936-1940)
En 1939, Fish produce un foco de infección artificial en maxilares de cobayos con estreptococos y estafilococos. Las alteraciones tisulares y óseas observadas, fueron encuadradas por el autor en cuatro zonas bien definidas:
1. Zona de infección. Caracterizada por la presencia de leucocitos polimorfonucleares, circundando un área central de bacterias que representaban la infección.
2. Zona de contaminación. No evidenció microorganismos sino toxinas que producían una destrucción celular. Había en esa zona un predominio de linfocitos y a veces la presencia de piocitos.
3. Zona de irritación. Tampoco presentaba microorganismos pero sí sus toxinas que se encontraban más diluidas. Esta zona se caracteriza por una activa fagocitosis por la presencia de histiocitos y osteoclastos. 
4. Zona de estimulación. Caracterizada por la presencia de fibroblastos y osteoblastos. En esta zona las toxinas estaban tan diluidas que, en lugar de irritar, estimulaban a los fibroblastos, constituyendo una verdadera barrera de defensa orgánica.
Esas alteraciones periapicales, cuando son de etiología bacteriológica, son el resultado del desequilibrio de tres factores que se interrelacionan:
alteraciones periapicales = número de microorganismos X virulencia
resistencia orgánica
Hess, señala "el papel del endodoncista es el de ayudar a la naturaleza y no el de ignorarla o contrariarla"

ÉPOCA DE LA SIMPLIFICACIÓN ENDODÓNCICA (1940-1990 )
Kuttler dice que la tendencia es revisar y comparar las técnicas, con la finalidad de elegir las mejores y más simples, suprimiendo de la práctica endodóncica lo superfluo y lo innecesario, para que su realización sea más rápida, menos complicada y más accesible al profesional y al propio paciente"

ÉPOCA DE LA TECNOLOGÍA EN ENDODONCIA (1990...)

En los últimos años ha sido notoria la influencia que la tecnología ha tenido en la práctica de la endodoncia. A tal grado ha sido así que tanto las técnicas de procedimientos tan comunes como la conductometría, la preparación biomecánica como la obturación de los conductos tienen que ser reaprendidas por los endodoncistas veteranos puesto que la técnica ha introducido instrumental, aparatología y materiales novedosos. Baste citar la conductometría electrónica, las aleaciones de níquel titanio, los micromotores de bajísima velocidad con microscopio y los aparatos para reblandecer la gutapercha.

BIBLIOGRAFÍA
Weine, FS. Endodontic Therapy. 4 th. edition. The CV Mosby Co. St. Louis. 1989. Pág. 2
Leonardo M. Endodoncia. Ed. Panamericana. Buenos Aires. Págs. 31-42
Ingle, JI, Taintor JF. Endodoncia. 5a. edición. Interamericana. México. 1998